LA FAMILIA
Por: P. RICARDO JÀQUEZ MENA SDB
El Santo Juan Pablo II en el número [44] de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
FAMILIARIS CONSORTIO manifestó, “la familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor, en una tensión que, al igual que para toda realidad creada y redimida, hallará su cumplimiento en el Reino de Dios”.
Haciendo énfasis al texto: si se quiere vivir en una unidad de comunidad en vida y amor tenemos que construir una personalidad fuerte y equilibrada, es de vital importancia que como familia integrada y unida el amor mutuo hagan sentir a los demás que son dignos de ser queridos con un amor incondicional, ya que sin familia no hay sociedad de tolerancia y armonía que son valores y actitudes que dejan sentir el verdadero amor de vida en los miembros de una familia como se quiere tener hoy, bella e ideal que forme sociedad.
En este sentido, para que se pueda dar en sí este valor y esta actitud de tolerancia y armonía en la familia tiene que existir y darse un verdadero matrimonio que es una fuerza para la sociedad hoy, pero teniendo en cuenta que el matrimonio es y ha sido desde siempre en la creación ya que proviene de Dios, es decir que tiene que ser matrimonio de testimonio desde la persona de Cristo.
Por consiguiente, el valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona.
Aquí presento otros valores:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar.
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar.
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos.
La justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma.
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás.
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos así como los valores que representan.
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar.
Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
En definitiva, padres de familias. Si quieren construir una personalidad fuerte y equilibrada, es de vital importancia que como padres hagan sentir a los hijos que son dignos de ser queridos con un amor incondicional, es decir, no condicionado a su comportamiento, calificaciones o actitudes. Elevar la autoestima de los hijos es de vital importancia, ya que contribuyen a que desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.